¿Qué dice Bert Hellinger sobre: “La relación con nuestro padre y la prosperidad”?
A veces, confundimos abundancia con prosperidad. La abundancia es sentirnos llenos en distintas áreas de nuestra vida: en el dinero, con la familia, los amigos o la salud. La prosperidad, en cambio, es hacer crecer lo que ya tenemos. Para algunas personas, ser próspero es algo natural, pero para otras parece inalcanzable. Incluso pueden tener mucho dinero, pero siempre les parece insuficiente y no logran multiplicarlo.
Si te identificas con esto, es momento de reflexionar sobre tu relación con tu padre, y también sobre la relación que tus padres tuvieron con los suyos. En algunas familias, la madre bloquea el vínculo con el padre, y el niño, por lealtad hacia ella, se distancia de su papá. Este distanciamiento puede crear grandes problemas emocionales en el futuro.
Esa falta de conexión con el padre puede llevarnos a buscar llenar el vacío en relaciones tóxicas, adicciones o la codependencia emocional. Muchos jóvenes, en su rebeldía, buscan la figura paterna a través de conductas problemáticas, desafiando la autoridad con acciones que buscan límites, una guía.
Los padres son las figuras más importantes en nuestra vida. Cuando no estamos en armonía con nuestro padre, muchas áreas de nuestra vida pueden desestabilizarse, afectando nuestra paz personal, nuestras relaciones familiares y hasta nuestra vida laboral. La figura paterna influye en nuestro trabajo, éxito profesional, salud mental, nuestra relación con el mundo y las conexiones sociales.
Nuestro padre es crucial para nuestro desarrollo. Es él quien, en el momento de la concepción, inicia el movimiento de la vida al unir su esperma con el óvulo de nuestra madre. Ese primer movimiento es uno de nuestros mayores éxitos: fuimos nosotros, entre millones, quienes logramos llegar a la meta. Y así, nuestro padre nos regala nuestra existencia.
Durante los primeros años, nuestra madre juega un rol principal. Pero a partir de los cinco años, el padre cobra importancia de nuevo. Él nos ayuda a abrirnos al mundo, a descubrir la sociedad, a encontrar nuestra fuerza, compromiso y a formar relaciones fuera del círculo familiar.
Nuestro padre no está en nuestra vida por casualidad. Su presencia es una prueba para ayudarnos a desarrollar nuestro potencial.
Ahora bien, ¿qué pasa si nuestro padre fue alguien que nos lastimó o hizo cosas terribles? ¿Significa esto que no podemos prosperar? No, claro que no. Todos podemos avanzar hacia el éxito, el amor, el dinero y la vida que merecemos, sin importar cómo haya sido nuestro padre o nuestra relación con él.
No somos responsables de los errores de nuestros padres. No estamos aquí para pagar sus pecados. Nosotros tenemos el poder de transformar nuestras dudas en certezas, nuestros sueños en logros, nuestras capacidades en metas alcanzadas.
Recordemos que nuestros padres también fueron niños con experiencias que los formaron, y muchas veces, repitieron lo que aprendieron creyendo que esa era la forma de vivir. Con comprensión, podemos ver más allá de sus fallos y reconocer que, al final, nos dieron lo más importante: la vida.
Bert Hellinger.